En un escenario situado en el permanentemente nublado, caluroso y cargado de ozono paisaje urbano de la megalópolis Acapulco Siglo XXI en el año 2050, algo gordo está por ocurrir. Los experimentos de criogenia para conservar seres humanos en un intento por burlar el viaje final aún son imperfectos y esos cuerpos congelados desde el milenio pasado aún no encuentran su camino hacia la nueva vida prometida por las compañías que les ofrecieron la posibilidad de esquivar la muerte a precios estratosféricos.
Pero mientras esos cuerpos y cabezas separadas de sus cuerpos reposan un largo y helado sueño a temperaturas imposibles de lograr en la naturaleza terrestre, una avanzada de durmientes se abría paso atravesando espesas capas de tiempo y olvido.
Son una pasta de color blanco y colores pastel , mezcla de plástico, tela y polvos que se gelificaron al recibir fluidos de origen orgánico de los que alguna vez los usaron. Sí, son ellos: los pañales desechables.
Grandes agujeros fueron abiertos en el centro de las exclusivas zonas residenciales del Sector Kar-Abali y del Sector Texca 2100 debido a las explosiones de gases inflamables que surgían de ellos y una gran sorpresa brotó de las entrañas de la tierra. Miles de ellos. De todos tamaños: para 1 kilo, para 5 kilos, nocturnos, con gel ultrabsorbente o con florecitas y ositos tiernos; con alitas de Velcro, broches de goma y magnéticos. Con marca y sin marca, pero todos estaban ahí, con su carga antigua ya convertida en polvo desde hacia decenios pero al fin y al cabo casi como nuevos, indestructibles, ocupando un espacio que ahora hacía falta para cosas más importantes.
Las autoridades de la megalópolis estaban desconcertadas. No sabían que hacer con ellos; era una sorpresa heredada del pasado, desagradable hasta un punto alarmante. En un acceso de pánico intentaron desaparecer el problema incinerando las miles de toneladas de pañales que continuamente iban desenterrando, algunos incluso con alta capacidad patogénica.
Pero una sólida barrera de desaprobación producida por una sociedad exigente, culta y celosa de su entorno (?) evitó que se produjera una situación de contingencia ambiental en una atmósfera que difícilmente guardaba un equilibrio monóxido de carbono/oxígeno mínimo para sostener la vida.
En una acción nocturna tipo comando intentaron tirarlos al mar, pero manifestaciones llevadas a cabo en InternetPro Versión 17 y bloqueos de supercarreteras y backbones informáticos por acuicultores, turisteros y líderes neoverdes impidieron cometer semejante acto de barbarie en contra de la calidad del agua del océano, de la cual ellos se mantenían y se sentían responsables directos. Volverlos a enterrar era una alternativa impensable: la sociedad estaba muy atenta y las hubiera crucificado en forma instantánea. ¿Quién fué responsable de esta situación tan desesperante?.
Comenzó la amarga búsqueda de culpables. Investigadores especializados aceptaron reconocerlo como problema y lo etiquetaron con el código secreto “PD” para esquivar temporalmente el olfato de los omnipresentes noticieros holográficos; siguieron la huella del decaimiento radioactivo de isótopos ligeros encontrados en la superficie de una muestra representativa de centenares de PD y llegaron a establecer el t = 0 , o sea , la fecha de nacimiento de los PD : la década de los setentas del siglo XX.
Descubrieron que fue un artículo de uso cotidiano y tan normal como.. ¡un pañal!. Un bebé recién nacido llegaba a consumir hasta 8x PD por día, mientras que uno de año y medio usaba 3x o 4x hasta que aprendía ir al baño por sí solo. Esto contabilizaba un total de casi 2,000x PD por niño que nacía en la Tierra en los países con economía medianamente boyante; los demás bebés…se hacían encima. Multiplicado por la cantidad de niños nacidos desde el invento de los PD hasta que se dejaron de usar, la cifra resultante era francamente enloquecedera.
Había un dato que no concordaba: se encontraron pañales demasiado grandes para un bebé. ¿Eran PD comunitarios, es decir, tres o cuatro bebés lo utilizaban simultáneamente para ahorrar o material o..? La respuesta arribó con una pieza extraordinariamente bien conservada de papel impreso que encontraron los arqueólogos y que restauraron con una reciente y avanzada tecnología de láser de longitud de onda ultracorta para análisis de tintas con contenidos de plomo muy bajos: ¡Eran pañales para adulto! ¡El colmo! ¿También los adultos los utilizaban? No podía ser, el asunto tomaba proporciones absurdas, de pesadilla.
Y era más difícil de entender desde el punto de vista de que en la actualidad a los bebés se les aspiraba y la materia orgánica removida era procesada por reactores biológicos caseros para producir alimento para mascotas, composta para huertos hidropónicos familiares y biogás para uso doméstico. Todavía se encontró otro tipo de PD, pero estos eran muy chiquitos; nunca se supo para qué servían –y por lo mismo no se le informó al ciudadano Primer Demócrata-, pero advirtieron que casi todos tenían dibujos de rombitos o estrías y altos contenidos de hemoglobina seca y otras proteínas sanguíneas en su interior.
¿Cómo era posible que hubiese habido generaciones completas de usuarios tan faltos de consideración con las generaciones futuras que les hubiesen envuelto y mandado el “paquetito caliente” para que ellos lo desenvolvieran y resolvieran el problema?
El ciudadano Primer Demócrata de la megalópolis Acapulco Siglo XXI inició un encendido discurso en los holonoticieros del período nocturno.
-Es nuestra responsabilidad, como titular de este honorable cargo público, el de identificar y castigar a esos usuarios, a esos millones de irracionales polucionadores que tan inconscientemente atentaron contra nosotros, debemos buscarlos, encontrarlos y hacerles pagar por todos los inconvenientes y gastos que...
-Perdón, ciudadano Primer Demócrata....- le interrumpe bruscamente un diligente secretario en voz muy baja, llamándole aparte para no ser advertido por las nanounidades de audio flotante de los noticieros-. Me he tomado el atrevimiento de hacer con calma unos sencillos cálculos que no habíamos considerado debido a la preocupación que nos ha causado este gran problema y me he dado cuenta de que esos polucionadores, esos bebés, esos agresores del ambiente... ¡somos nosotros! ¡Fuimos la última generación que utilizó pañales desechables en nuestra infancia y ahora éstos vuelven a cobrar la factura pendiente! ¡Los usuarios fuimos usted, yo y toda esta generación que ahora está a cargo del mundo y que inocentemente usamos los PD que nuestras comodinas mamás nos pusieron!
La cara del Primer Demócrata mudó a un polvoso color grisáceo y sufrió un ligero mareo que le hizo tambalearse cuando acudieron a su memoria las imágenes de sus queridos Pull-ups con aroma "primavera ecológica" y los de olor "alegría infantil" que utilizaba como refugio-nirvana mental para los momentos de máximo stress y que tanto dinero le había costado identificar en compañía de su ciberpsicólogo. Esa suavidad, esa tersura, esa facilidad para bajarlos hasta sus rodillitas para ir a hacer “popó” ...¡ahora se transformaba en el motivo de su máxima pesadilla!
En la madrugada que siguió a esa noche de nostálgicos reencuentros, los medios convenientemente silenciados, un cargamento de paquetes lastrados fuertemente comprimidos formados por miles de fantasmas de 40 x 20 cms se adentró pesadamente en el oceáno con rumbo desconocido. Mientras veía alejarse el kilométrico convoy desde el muelle de maniobras, un pensativo Primer Demócrata liberó lentamente una bocanada de humo de cigarrillo con unas cuantas gotas de extracto de su droga legal preferida
--Bueno –pensó tirando la colilla al mar - por lo menos cuando este paquete vuelva a aparecer, yo hace tiempo que estaré cómodamente muerto.
Luego se alejó sin prisa entre pequeños remolinos de smog azufrado condensado cerca del suelo, mientras se preguntaba si la cuota de irradiación solar del nuevo día sería suficiente para elevar un par de puntos porcentuales la producción de oxígeno del sector del oceáno que se encontraba a su cargo.
viernes, 22 de junio de 2007
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