Con bombo y platillo, muy de acuerdo a su estilo que de muy poco ha servido a Acapulco, nuestro alcalde anuncia que va a promover que se trace una carretera para conectar la colonia Costa Azul, zona urbana, con la colonia Coloso, zona suburbana, pasando la carretera por nada menos que…¡el Parque Nacional El Veladero! O lo poco que queda de él.
Leyendo los periódicos lo menos que puede uno es sentirse decepcionado y admirado al mismo tiempo de que en una sola cabeza y una sola administración municipal convivan codo con codo tal cantidad de acciones incongruentes con el ambiente. De por sí es fastidioso iniciar leyendo acerca las muy indulgentes y apapachadoras sesiones del anteriormente temible y combativo Grupo Aca con sus invitados -a los cuales ya no se les cuestiona como en los tiempos de don Ricardo Morlet y Chuy Rodríguez- para enterarnos que la intención de la capitanía de puerto era la de llevarse el yate Hawaiano a mar abierto, para venir rematando unos días antes o después con la noticia de que nuestro alcalde se dispone a darle una puntilla más –otra- al ya muy despeluchado y poco defendido por el ejército –yo me enteré que así fue como llegó la zona militar allá- Parque Nacional El Veladero.
Veamos con detenimiento el proceso de desaparición del espacio natural “protegido”: si cruzamos una carretera por el parque y facilitamos el acceso a terrenos libres para ser ocupados, cualquiera que pueda conseguirse un cuate con camioneta y unas láminas de cartón, una señora panzona para cuestiones de prensa y como valla “humana” contra fuerzas públicas desalojadoras y un político busca-votos de cualquier partido falto de escrúpulos –que sé que los hay- podrá establecerse en un lugar que de seguro tendrá la mejor vista de la bahía de Acapulco. Y veremos florecer como hongos después de la lluvia, una vez más, decenas de colonias irregulares, sin servicios -y sin la remota posibilidad de que se les ofrezcan- en lo poquito que queda de nuestro parque al cual todos los ansiosos de poder voltean a ver de manera libidinosa al aproximarse procesos electorales de cualquier nivel.
A continuación viene el pleito por las rutas para dar servicio de transporte a los que vayan a circular por esa carretera. Al haber dificultades, presenciaremos los primeros bloqueos de vialidades de los nuevos vecinos cercanos de Costa Azul en su afán de lograr las mejores condiciones demostrando que son los que tienen más poder para estorbar si las cosas no se hacen como ellos quieren. No sé que tanto se vayan a defender los residentes de esta última colonia que hasta antes del anuncio de la carretera mataparques era una de las mejores del puerto, pero es obvio que la conexión significa el derrumbe del precio de sus propiedades que de seguro compraron creyendo que el asunto de la plusvalía era ad eternum. Ya están viendo que ni en los panteones se da eso.
¿Habrá necesidad de describir que la nueva generación de peseros –a lo mejor los pintan de verde para que sean “ecológicos”- extenderán el borde de la contaminación por emisiones a una colonia anteriormente tranquila y que de seguro serán protagonistas de nuevas corretizas para ganar el pasaje que ahora presenciamos con sus hermanitos amarillos en la Av. Costera y Cuauhtémoc, pero ahora en las calles de Cristóbal Colón, Horacio Nelson, Fernando de Magallanes, Parque Norte y Sur, Hilario Malpica, Héroes de Veracruz y otras? No creo que sea necesario.
Duro con los grandes empresarios talamanglares – a los cuales no me explico como es que Protur les vendió sabiendo de este problema- pero no duro con los “empresarios” establecedores de rutas nuevas –normales, piratas,corsarias y bucaneras- ni con los promotores de invasiones en lugares en donde no se puede establecer dignamente y con servicios mínimos un ser humano. Nuestro alcalde es un hombre de profundos y convenencieros contrastes, por decirlo de manera amable, y en materia ambiental lo está demostrando.
Justifico el que se defienda y conserve un ecosistema tan importante como son lo manglares y deploro al mismo tiempo que se haya engañado a una empresa como Pegaso –siempre cuidadosa y cooperadora en cuestiones ambientales, al grado de que en su proyecto contempla un parque ecológico- vendiéndole un predio con este tipo de problemas para luego señalarle con el dedo como agresora. En este ambiente de confusión ellos también están perdiendo, aunque con una buena orientación esta dificultad podría ser una oportunidad ganadora para esta empresa y otras que ya han construído en las zonas prohibidas. Me imagino que debe resultar difícil digerir que una planta de mangle tenga más derechos que un metro cuadrado de desarrollo turístico o comercial.
Deploro que con una regla se trace una carretera sobre un parque condenándolo a desaparecer al facilitar el acceso con vehículos y posteriormente con grupos invasores –no se hagan, yo sé que por ahí se están preparando- para ocupar un área que todo mundo cree que no sirve, pero que sí sirve. Repruebo el que se estén alineando nuevas rutas de transporte para cubrir la demanda que obviamente aparecerá, atentando contra la calidad de aire de una colonia bien urbanizada y que verá desaparecer su paz con taxis y camiones correteando por su calles.
Deploro que….pero…¿sólo yo protesto? Nadie de Costa Azul, ni de Acapulco, ni los niños defensores de la naturaleza, ni los guerreros ecológicos ni…..¿nadie?
Por eso es que este tipo de acciones se siguen dando. El “desarrollismo” sigue avanzando mientras el desarrollo está en retroceso. Y nosotros tomando café.
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