sábado, 9 de junio de 2007

5 de junio en Acapulco.

-¡Ya te ví Efrén, ya te ví!-me dice mi buen amigo el padre Juan Carlos apuntándome con el dedo índice en el zócalo de la ciudad, frente a la iglesia de La Soledad.
-¡Ya te ví que andas escribiendo en contra el arzobispo!- me remata con una sonrisa que contradice totalmente su recriminación cariñosa.

Y a continuación, como para que no diga yo que no se involucran en La Gran Lucha, me invita a un evento el dia 4 de junio por la tarde en el Parque Papagayo, en donde varias parroquias exponen lo que hacen por la conservación ambiental.

Llegado ahí leí lo carteles montados con los que diferentes congregaciones estan haciendo desde el punto de vista de difusión de información y acopio de botellas de PET. También hojee rápidamente un documento suscrito por el arzobispo Aguirre Franco y otras personalidades en junio del 2006, en donde con referencias extraídas de La Biblia se remarca la responsabilidad del hombre del cuidado la Creación. Incluso hasta a un servido le tocó leer ahí un escrito que todavía cargaba encima de su última colaboración en prensa acerca del calentamiento global.

El plato fuerte fue Victor Jorrín con una muy interesante plática -y llena de datos esclarecedores- acerca del acopio de las botellas de PET para su reciclaje como negocio, iniciativa que fue destrozada por gente poco evolucionada que llenaba de piedras las botellas que entregaba para aumentar artificialmente el peso para ganar un poquito más y que con esto descomponía las maquinas que este inquieto empresario había puesto al servicio de su comunidad.

Aún así sugirió el aparentemente casi imposible paso a cumplir de aplastar la botella para que no ocupe tanto espacio en nuestro bote de basura, en los camiones recolectores y en el propio relleno sanitario. Una bella y espontánea ecologista pasó con un par de chiquillos a demostrar con el ejemplo como aplastar la botella para que ocupara el mínimo espacio requerido, con lo cual provocó que varios de los niños asistentes al evento comenzaran a apachurrar a zapatazos la botella del refresco que estaban bebiendo, aunque quizá con algo de culpabilidad pues la misma señora les advirtió de las consecuencias contra la salud –hígado, páncreas, gastritis temprana y propensión a la diabetes- que trae consigo el consumo cotidiano de refrescos azucarados.

Al día siguiente una cita fallida hacia el mediodía e información de última hora cazada al vuelo me llevan al zócalo de la ciudad para presenciar un evento preparado por el ayuntamiento porteño con motivo del día “del medio ambiente”.

En una plataforma hacían pasarela por el infierno –por lo del sol, caliente, caliente…- unos chiquillos portando disfraces elaborados con material de reuso por diligentes progenitoras que de seguro se desvelaron buscando como podían convertir un montón de cartón, alambre y plástico en un disfraz de robot, de león o de caballo . La animación a cargo del payaso Ecologito Pantera, el cual hace un estupendo trabajo remachacando lo que considera importate en este movimiento de “alguien haga algo…”, repitiendo una y mil veces lo malo que es tirar basura y otras agresiones al ambiente y lo bueno que es cooperar haciendo lo correcto.

En lo que la cháchara festiva del Ecologito se transformaba en ruido de fondo, mi atención se centró en unos animales disecados portando una tarjetita informativa con su nombre común y en nomenclatura binaria en el a veces impenetrable pero también a veces evidente latín, exhibición montada al parecer por la gente de PROFEPA. Mas allá una colección de caracoles, tambien clasificaditos y más allá, cerrando el paso y señalando los límites de la exhibición, mamparas con trabajos de investigación publicados por alumnos y académicos de la Escuela Superior de Ecología Marina. Me asomo aquí y veo un noticiero con malas noticias: pesca en decadencia, desaparición de especies marinas y terrestres, problemas sociales asociados a estos procesos. Solo malas noticias.

Me acerco con los Guerreros Verdes y veo su material preparado. Su estilo no cambia y su labor la han hecho. Ya se han ganado su lugar a pulso en la opinión de la gente de la localidad y no es posible abordar ninguna agenda ambiental sin que se tenga que conocer su opinión.
Robyn Sydney me atrae con su abrazo cariñoso de ecologista de facto mientras le comenta al Ing Solis de PROFEPA de los últimos avances de su acariciado proyecto de vedar a la pesca el Canal de Bocachica. Le debemos tanto a esta extranjera vuelta acapulqueña que eligió nuestro puerto como hogar y motivo de una lucha que nosotros como lugareños no hacemos ni intentamos hacer.

Mas allá uno de los grandes descubrimientos – al menos para mí- de alguien que sin dejar de hacer negocio mejora las condiciones ambientales de la comunidad en que está avencidada. La empresa cementera Holcim-Apasco mantiene desde hace años un proyecto de reproducción de iguana en sus instalaciones, en donde recibe a grupos interesados en esta labor y orientan al público en general para que puedan inciarse en el negocio de la cría de iguanas como mascotas.
Además tienen un programa en donde reciben aceites usados –tanto automovilísticos como comestibles- llantas y lodos saturados de aceite para ser usados como alternativa de combustóleo en algunos de los procesos de su fábrica en Acapulco. De esta manera previenen que lleguen a las alcantarillas, desagues o barrancas y contribuyen a lograr un entorno más limpio. Es una interesante alternativa además de sorpresa agradable entre tantas calamidades. Puede comunicarse con ellos para ampliar información al 01 800-326-5832 o visitarlos en su pagina http://www.ecoltec.com.mx/

Félix se presenta entonces en compañía de su hija Evelyn a llevar a cabo la premiación consistente en articulos escolares y de uso diario y se retira no sin antes pronunciar un acomodaticio discurso ecológico que nos hace bostezar a varios y es sólo aplaudido por la gente que labora en el municipio. Más de lo mismo y lo mismo malo.

El collage involuntario de concepciones, percepciones e ideas de cómo puede ser abordado el asunto de la conservación ambiental es tan variado como lo fué la gente que se presentó ahí, que dicho sea de paso, no fué mucha. El ciudadano común no se interesa en estos asuntos y los considera mas bien molestos o de ocasión, casi como una moda.

Pero aún así me fui con buen sabor de boca a pesar de haberme sido llamada la atención por utilizar casi de manera indistinta “calentamiento global” por “cambio climático”, con la aclaración por parte de mi circunstancial profesora –America Paredes- de que el primero representaba las causas y el último los efectos. A fin de cuentas y así como están las cosas, pensé yo, que más da hacer el distingo. Lo importante es que la gente en general se involucre en hacer algo, lo que sea, como lo entienda.

Vale y es más que buena la interpretación jueguetona de Ecologito Pantera, la académica del biólogo Raul López, la práctica del Ing. Manuel Solís o la ejecutiva de Selene de Holcim-Apasco. Vale también la radical de los Guerreros Verdes, la perseverante rayando en terca de Robyn Sydney, la formal de los muchachos de la Escuela de Ecologia Marina, la mía que pretende llegar e informar a mucha gente. Lo importante es ya hacer algo. Y en este punto, habiendo mostrado los que saben lo que saben y como lo saben, esperemos al ciudadano común a que responda por sus propios intereses y se integre a la propuesta por donde más le convenga.

La perspectiva de conocer animales salvajes sólo por ejemplares disecados y de vestir a nuestros hijos con basura mientras un payaso trata de animarlos y un político se presenta a mostrarse preocupado nos pintan un buen escenario de lo que está por venir
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