De no creerse las declaraciones de las iglesias, representantes autoproclamadas del Señor en la Tierra. Para nadie es noticia que muchos de los peores crímenes en contra de la humanidad han sido llevados a cabo en nombre del Ser Supremo, y han sido descaradamente realizados por los que se dicen ejecutores de sus mandatos, en muchas ocasiones convenientemente interpretados para conseguir fines torcidos. No hay mas que escarbar un poco en la historia para encontrar pruebas abundantes de esto, asunto que las venerables instituciones reconocen a regañadientes con un apenado “usted perdone…”
Ahora tenemos religiosos opinando no como líderes espirituales, en donde es evidente que no han logrado mucho, sino desde posiciones políticas, queriendo influir en ambientes sociales que no han sido atendidos y en los que es de gran necesidad una propuesta práctica que lleve a soluciones para ser aplicadas el día de hoy. Sin dejar de lado que, al igual que cualquier solución a cualquier problema, el aborto pueda llevar a excesos, la decisión debiera ser un asunto personal y muy bien pensado desde el punto de vista de calidad de vida. La mujer violada, la excesivamente reproductiva, la que inicia su vida sexual con poca información, la que simplemente no tiene con qué alimentar una boca más.
A continuación el espectáculo de definir a partir de “cuándo” comienza la vida. ¿Será a partir de la concepción, cuando apenas son dos células que atinaron a reunir su material genético para completar los 46 cromosomas que definen a un ser humano? ¿Cuando sean cuatro célulitas, ocho o mil? Se tenía que fijar un punto de referencia y se optó por establecer como viable antes de que se cumplan las 12 semanas de embarazo, lo cual me imagino tiene mas que ver con el tiempo máximo en que puede ser efectuado un aborto sin poner en peligro la integridad física de la mujer.
Era asunto difícil de decidir desde el punto de vista de que, según recuerdo, no había una opinión lo suficientemente autorizada ni moral ni científicamente para decidir a partir de qué momento un ser humano era consciente o había ya recibido su alma o algo así. Radicales indicaron que esto ocurría desde la misma reunión de espermatozoide y óvulo, asunto que confirmó mas que otra cosa su postura radical. Siempre me pregunté si alguna vez pensaron en la cantidad de óvulos y espermatozoides que se pierden durante las actividades solitarias masculinas y en los períodos regulares de las mujeres, en los cuales mueren respectivamente millones y decenas de estos dos tipos de células al no ser viables mediante la creación de un nuevo ser vivo. Quizá nunca se tocó el tema debido a que era incómodo pensar en que cada una de ellas solo acarrea 23 cromosomas y argumentar en ese sentido representaba defender quizá a solo la mitad de un ser humano. ¿Defensa de medios seres humanos? Pudiera ser. Somos tan absurdos que hasta la existencia del limbo es sólo un asunto de opinión, y por tanto –quiero imaginarme- de época y hasta de moda.
Leo en El Sur las declaraciones hechas en Aguascalientes por el arzobispo de Acapulco para justificar entonces la excomunión de los legisladores que voten a favor de esta iniciativa. ¿Los argumentos? Cito: “son promotores, no sólo testigos oculares, promotores de una ley contra la vida, contra su conciencia y contra Dios…” Y prosigue justificando. “ no somos nosotros excomulgando, existe una normatividad. Si son católicos la Iglesia tiene en el canon de la Iglesia actualizado en 1983, que dice que todos aquellos que colaboren para el aborto, y sobre todo los legisladores que lo aprueben, están colaborando, dice que automáticamente tienen esa pena de excomunión.” Pero, continua la nota “ no solo los diputados participantes, sino que también los católicos que sepan que se está aprobando la despenalización y no se manifiesten en su contra”. El arzobispo de Yucatán viene a reforzar la posición rematando con que “ no sólo decimos que es pecado quitarle la vida a un ser humano, sino que, cuando se trata de la vida de un ser humano indefenso, dice la Iglesia católica que es una excomunión…”
Menudo problema este de una excomunión masiva de mexicanos; ya hasta su sentido pierde como acto puntivo. Por supuesto que no creo que haya sacerdote o religioso de ninguna jerarquía de la iglesia católica que hay tenido que sufrir la humillación de tener que parir un hijo producto de una violación, aunque esta última agresión probablemente si sea de su conocimiento: se ha sabido de tantos escándalos de tipo sexual hacia del interior de las congregaciones religiosas.
Quizá sea por eso que opinan tan a la ligera sin considerar lo humillante que debe ser para una mujer cargar en vientre y vida al hijo de un agresor desconocido. O tener que mantener una boca más sólo para no pecar. O destruir un futuro volviendo a una niña en madre, consciente o inconsciente, antes de tiempo.
Todo este asunto que huele a extrema mojigatería y protagonismo me lleva a plantear una propuesta que tiene que ver con la vida, la calidad de vida, la salud de una sociedad y de sus miembros y la paz en ya no solo en una comunidad, sino también en todo el país. Tenemos entre nosotros a hermanos que, debido a infancias difíciles o culturas deformes como las que vuelve sujeto de atención el delincuente brasileño Marcola, llevan a cabo actividades que han podrido y desorientado en alto grado a la sociedad.
Han desencajado y destruído inmisericordemente familias enteras, aterrorizado vecindarios, arrebatado la paz de nuestras conciencias, distorsionado las percepciones de lo que es deseable y aceptable. Han inaugurado secciones completas de cultos extraños tolerados por la Iglesia católica y demás, asesinan a diario, corrompen personas a diario, prostituyen y establecen condiciones para que se extienda la prostitución y vicios extremos a diario y proclaman a grito pelado sus triunfos sobre la sociedad y sus autoridades a diario en corridos y canciones que escuchamos y toleramos diariamente en vehículos particulares, camiones, taxis y centros comerciales. Son nuestros hermanos extraviados del buen camino, los narcos y todos sus asociados.
Excomulgue, señor arzobispo, excomulgue usted a los narcos y a los que se asocien con ellos. Promueva una normatividad –como esa que dice que existe contra el aborto- para que se establezca la narco-excomunión. Estos inteligentes y audaces empresarios globalizados y altamente tecnologizados del nuevo siglo han probado con mucho ser mas dañinos a nuestra sociedad que una adolescente que aborta un niño por un revolcón mal cuidado. Esa sí que sería una buena contribución de la Iglesia católica para el restablecimiento de la paz en nuestro país en el supuesto –esperemos- que a esto los narcos y compañía si le teman. Si a los ciudadanos nos acusan de ser pasivos y merecedores de excomunión por no manifestarnos en contra del aborto, yo les acuso de ser tibios para calificar capítulos aberrantes de la religión tales como la Santa Muerte y Juan Soldado sin apenas hacer una declaración razonable.
La sociedad acude a ustedes –sépanlo, tienen la responsabilidad- como guías espirituales que les guste o no viven en este mundo y tienen que tomar decisiones para este mundo. En definitiva se tienen que atender primero lo asuntos de suma urgencia. Y entre ellos el aborto no es, ni con mucho, el mas importante.
Y otras iguales: http://www.acapulcoamigo.com
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1 comentario:
Y en la Biblia Dios manda matar a niños, mata a los primogénitos de Egipto y ordena apedrear a los hijos que no honren a sus padres... ¡qué chulo!
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