miércoles, 11 de noviembre de 2009

दिएसिसेईस मुएल्लेस, उन परियन य उन bahia

Por: Efrén García Villalvazo

Teniendo como fuente de información los periódicos de mi tierra y algunos vistazos fugaces a TV y comentarios de los cuates, me entero de las cargas absurdas con que los ciudadanos incrementamos el ya de por sí caótico ambiente urbano y ambiental de nuestra ciudad. Y ahí va otra que de plano no entiendo. Semanas van de un movimiento entre usuarios de zona federal por una acometida –sin confirmar- de una empresa privada que da servicio a embarcaciones de inundar con muelles privados la línea de costa de la bahía de Acapulco. Este rumor ha provocado hasta la constitución de un supuesto frente de defensa de acrónimo tierno en contra de la construcción de estos muelles que desde mi punto de vista solo ha mostrado hasta ahora que el único mal visto es el que se está construyendo en la playa de Icacos, cerca de la flotilla de contaminadoras motos acuáticas propiedad del promotor principal del FOMI, hombre que cuenta con la experiencia para oponerse a procesos que le ha procurado la larga lucha en contra de la presa de La Parota.

En alguna reunión que convocaron con autoridades de SEMARNAT blandieron el argumento “ambiental” sobre la línea de que el muelle “contaminaba” la bahía de Acapulco y que por eso no había que construirlos. Invitado a expresar mi opinión dije que ese argumento estaba perdido puesto que hay procedimientos de construcción que son muy poco agresivos con el ambiente, y que si ese era el eje principal de la defensa, que no servía para nada. Agregué además que los muelles públicos son parte de la infraestructura básica de un puerto y deben estar alineados de alguna manera con el entramado de las vialidades del puerto con el propósito de diversificar a futuro las vías de comunicación. Fue entonces que apareció el segundo argumento importante: es que ellos son ricos y nosotros pobres. Ya está: se estableció la barrera básica y probada para dividir un bando del otro y hacer ver que ahí hay un conflicto de intereses.

En esa misma reunión estuvo una señora que llegó para hablar, pasando por encima del tema principal que tratábamos, de la concesión en zona federal para poner un parián…¡en el frente de playa del Grand Hotel! No le interesó nada de lo que era la esencia de la reunión. Solo quería que le dieran su concesión y ya. Se vio tan fuera de lugar que ninguno de los que estaba ahí le hizo aprecio y después de haber sido adecuadamente orientada, se siguió en la reunión hasta que se llegó a la conclusión importante –ojo- de que se debía dar un Ordenamiento Marino para evitar en lo posible el nefasto proceso de que cada quien hiciera en donde fuera lo que se le pegara la gana.

La noticia de que se diera una concesión para construir un parián frente a la playa de un hotel es sorprendente y por demás abominable. Aparte de que abre la puerta para inundar de lugares inmundos las playas de Acapulco –que debieran ser sagradas, junto con las aguas que la bañan - se pasa por encima del derecho de hacer negocio de un hotel que ha estado ahí desde que yo recuerdo. Un hotel que ha pagado y paga impuestos- a diferencia de los parianeros e invasores de banquetas- que consume localmente productos y servicios, que es fuente de empleos, que en algún momento hizo y sigue haciendo una inversión que es importante en el puerto y que representa lo que queremos atraer para nuestra ciudad: empresarios inversionistas. Es obvio el pésimo mensaje y ni caso tiene ir tras él para tratarlo. Qué caso tiene implementar "limpiezas del fondo de la bahía" como la recién anunciada por SEMARNAT con un costo de un millón doscientos mil pesos si de donde viene toda la mugre -de tierra firme, de cauces, de la ciudad- se promueve la aparición de nuevos focos de emisión que seguramente no serán controlados y que con el tiempo se volverán nuevos puntos negros que debiéramos evitar de raíz.

Volviendo al punto de la bahía sagrada, alguna vez mi amigo Beto Fares me pidió un opinión acerca de las embarcaciones que estaba fondeando la empresa Performance en el malecón de Acapulco y de cómo se le quería restar ese espacio tradicional a los acapulqueños. Me imagino que esperaba que yo le respondiera en contra, pero le comenté que prefería pasear por ahí viendo yates bonitos e inspiradores de sueños a ver el montón de armatostes sucios y viejísimos que conforman la flota de pesca deportiva de Acapulco, de la que yo tengo noticia ni siquiera la mitad está en condiciones de operar o cubre con los requerimientos mínimos de la SCT para dar un servicio decente.

Extendiendo la línea de pensamiento se me ocurre que por salud mental preferiría ver muelles –aunque no tantos y no privados- con embarcaciones hermosas, brillantes y nuevas flotando en la bahía y no parianes nauseabundos y promotores de suciedad en las ya de por sí frágiles playas del puerto. Si es un asunto de “ricos y pobres”, recordemos que han sido decisiones favoreciendo a los supuestos pobres –siempre respaldados por algún rico disfrazado de pobre- las que han provocado la peligrosísima invasión sin freno del Parque El Veladero, la de accesos de playas, banquetas y espacios varios, todas ellas actividades que deterioran la imagen urbana de la ciudad por ya no decir nada de las condiciones de salud y ambientales francamente asquerosas que promueven. Ahí tenemos los ejemplos claros de los parianes en abandono y promotores de porquería a los lados de la Vía Rápida, en los que sólo los locales al frente de la calle venden al público. Los que se encuentran hacia atrás sabrá Dios a que propósitos sean dedicados.

Si el argumento de que se favorece a los ricos a costa de los pobres amedrenta a los tomadores de decisiones, recordemos que los que alquilan los servicios de motos acuáticas son precisamente esos “ricos” que vienen a pasar sus vacaciones a nuestras playas y que acuden a eventos como el Boat Show, ahora amenazado de ser tomado como rehén, para ver en qué invierten su dinero y si hay condiciones para ello. Recordemos que nuestros “otros” clientes –que son igual de bienvenidos- solo compran pan, hielo y cervezas en los supermercados y que si queremos promover el turismo náutico de alto poder adquisitivo debemos procurar al menos una vista decente en el principal atractivo de Acapulco que es la playa.

Es por eso que hay un Subcomité de Zona Federal en que participan autoridades, empresarios y representantes sociales y que debe ser escuchado antes de tomar estas decisiones que afectan tanto la imagen de un destino turístico y que tanto cuesta en esa promoción de siempre cuestionados resultados que se hace fuera de la ciudad. Es por eso que hay grupos ambientalistas y partidos verdes que han defendido luchas mínimas pero simbólicas como la construcción de baños en la playa del astabandera y que no creo que vean con buenos ojos esta nueva invasión del todo absurda.

Con el riesgo de contradecir a mi amiga Robyn que opina que construir muelles destruiría el recurso estético incomparable que constituye la línea de costa de la bahía de Acapulco, preferiría mil veces ver un muelle con yates bonitos a ver playas tapizadas con parianes y toldos inmundos como los que se pretenden poner frente al Grand Hotel. Los de Acapulco, así seamos rico, pobres o clase media, no queremos esto.

lunes, 13 de octubre de 2008

Curriculum

Mis datos generales poco importan: soy de carne y hueso y no me mido por mi pasado (que ya pasó) sino por mi presente y por mi ansia de futuro; además, se sabe que los generales cambian a cada rato y describen a la persona que alguna vez se creyó uno ser. Nací buzo, fui oceanólogo, sé de ecologia, soy inmobiliario y parece que me estoy convirtiendo en político; no sé si eso ayuda.
Me gusta leer, tomar fotografías, platicar con la gente, ver el sol, el mar, escribir, reir y descansar sin respirar. Vivo en compañís de mi mente, que a veces le gusta pensar demasiado y calcular desde la trayectoria de una gota de lluvia al perìodo de una ola en la playa, pero últimamente mi corazon ha decidido no dejarle tomar en sus manos cosas tan importantes como la vida, la alegría y mis amores. Sufro de insomnio en las mañanas y de sueño prematuro en las noches; sueño con ser y al mismo tiempo dejar de ser, con apegarme y dejar a un lado mis apegos. Casi lo logro, pero todavia no lo logro.
Bailo (a veces) música New Age, Celta y los Putumayos; los narcorridos me asemejan lixiviados, y siento que las canciones de amores desgraciados fueron escritas para burlarse mí, aunque no sé cómo, si los autores ni siquiera me conocen. La mùsica clásica se me hace adecuada para dejar que Dios tome el mando y la popular para dejar que mi adrenalina me guìe através de las calles de Acapulco llenas de urbanos y gente extraviada.
He tenido experiencias extrasensoriales que se explican por ideas de mecánica cuàntica y por energías del tamaño de un grano de mostaza, visiones distantes, accidentes, números, direcciones y acontecimientos futuros, que he tenido que tragar contra todo lo preestablecido, y creo porque lo he visto y me he quemado las manos con la evidencia.
He visto caer a mis enemigos y morir a mis amigos; he sido traicionado por bocas que amé y aún pienso que han sufrido mas que yo y por ello les compadezco. He sido ayudado por enemigos que buscaban mi perdiciòn y ahora me han tendido su mano aún por encima de sus propios intereses. El amor ha ido y venido, y me ha demostrado que siempre permanece, aunque solo con el tiempo se da uno cuenta de esto. Poco alcohol he tomado, las drogas no me han incitado y hay quien me ha dicho que no las necesito pues con mis endorfinas me basta y sobra para compartir.
He aprendido a hablar y a escribir de manera que todo mundo siente lo que siento y siente que lo siento. He oido a la gente pedirme que ya no hable porque la convenzo y no me escuchan porque entonces tienen que creer que hay algo más. Es mi última adquisición y alguien que quemaba me dijo que era mi gran virtud y que yo ni siquiera lo sabía.

Le presento con respeto todo lo anterior y lo dejo a sus pies, frente al sol, salpicado de mar, con aroma de sal.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Tenemos ciento cincuenta jaulas...


La semana pasada tuvimos la confirmación escrita por científicos de lo que lo que hasta el más despistado habitante urbano sabía de tiempo atrás: que las pesquerías se están derrumbando. Esto es, lo que se pesca, incluyendo peces, moluscos, crustáceos y demás bichos no están aguantando la intensidad de la captura a que están sujetos ahora, y su capacidad para reponerse se ha visto rebasada por tanta y tan malamente realizada pesca.

Tal confirmación sucedió en el IV Foro Científico de Pesca Ribereña efectuado en el Hotel Crown Plaza del 9 al 11 de septiembre pasado, evento a nivel nacional que reunió principalmente a biólogos pesqueros de centros de investigación de varios estados del país, algunos pescadores que se interesaron –mas bien pocos y ninguno de Acapulco- y autoridades locales a nivel federal y estatal en materia pesquera y acuícola, además por supuesto de altos mandos del Instituto Nacional de la Pesca.

Llama la atención, en este contexto, la falta de participación de gente del estado de Guerrero. A excepción de un grupo de Zihuatanejo con una propuesta formal para instalación de arrecifes artificiales, y un par de investigadores de la Escuela de Ecología Marina, que presentaron sus trabajos y se retiraron, nadie mas fué. De lugares como CET del Mar o las unidades de maestría o doctorados en Desarrollo Regional, nada. Cooperativas pesqueras, federaciones de pescadores o mínimo pescadores interesados, nada.

Y es una lástima, pues éste era un evento para aprender, enseñar, y manifestar desde dudas hasta propuestas con respecto a la actividad y la ciencia pesquera del país. A nadie le interesó. Este es entonces el desarrollo pesquero que realmente tenemos en nuestro estado: ni siquiera hay interés para ir a ver como se pesca en otros estados del país. Se es lo suficientemente organizado para hacer un –ojo, terminología nueva- acuaplantón, pero no para ir a adquirir conocimientos o exponer razonablemente una problemática, si es que existe, en un foro científico de la pesca.

Por parte de la autoridad pesquera a nivel estatal se anunció de manera pomposa la existencia de 150 jaulas de cultivo de huachinango en la bahía de Acapulco y en el estado de Guerrero con resultados excelentes, asunto que nadie en el foro creyó – se le pretendió vender papas a las Sabritas- pues esta gente sabe cuál es el estado de todo este tipo de actividades en el país, y si hubiese sido cierta la declaración, por supuesto que se sabría. Un programa más de que “se hace como que se hace”, manejado por gente que no tiene idea de lo que hace o pretende hacer. Aunque bueno, siempre se ha dicho que es un programa de jaulas, no de producción pesquera, y las jaulas ahí están.

En papel ya se cumplió, en producción lo dudo, en beneficio social real, lo dudo aún más, y en generación de papeles científicos...¿por qué no los presentaron en esta ocasión? Era el escenario ideal. La duda ya es certeza, y el desencanto, total. ¿Cuánto dinero habrá costado la escenografía, con mínimo beneficio para los que supuestamente debería haber beneficiado, esto es, a los pescadores? Nos quedamos otra vez con la duda, porque ni siquiera un poster técnico tuvieron la atención de presentar. Quizá lo vayan a hacer en un lugar fuera del estado, en donde nadie los vaya a cuestionar.

¿Qué posibilidades reales hay de que los biólogos pesqueros y los diferentes institutos de investigación puedan realmente controlar este espíritu de sobreexplotación pesquera que anima a todo el planeta, no solo a nuestro estado? No me quedé a ver las conclusiones, pero se podía extraer que ninguna. De las recomendaciones que se pueden hacer para preservar la pesca, todas deben ser aplicadas de manera estricta a manera de monitoreos e inspecciones para las cuales no se cuenta con recursos suficientes.

Estamos ante la situación en la que los profesionales que tienen los conocimientos para administrar los recursos pesqueros no tienen las facultades para hacerlo. Es como si en una empresa el gerente –administrador- no pudiera manejar los recursos humanos, de tiempo y de dineros para poder hacer funcionar el negocio. La quiebra es el destino de esa empresa. La quiebra es el destino y realidad de la pesca.

Muy pocas organizaciones pesqueras – un caso en Quintana Roo- realmente han superado su condición de recolectores-cazadores para llegar al equivalente de agricultores-ganaderos en el mar, y desgraciadamente es la primera actitud la que predomina en el sector pesquero, en la que el pescador va a seguir pescando como siempre lo ha hecho hasta sacar el último pez disponible, con el argumento de que “si no lo saco yo, lo saca el otro”. Esta última es la declaración del exterminio total.

Algo bueno, una esperanza digamos, salió del foro: uno de los investigadores, metido a sociólogo, en una encuesta que llevó a cabo en alguna comunidad pesquera del Pacífico, obtuvo como respuesta un “no” de la mayoría a la pregunta de que si el pescador quería que su hijo fuera pescador. ¿La razón? Porque la pesca ya no deja. ¿La importancia de esto? Quizá estemos asistiendo a ver la desaparición de la última generación de pescadores como hasta ahora se les había conocido, y el motivo de esta desaparición no será una regulación pesquera o los resultados publicados en alguna revista especializada. Será solo porque ya no será una actividad rentable y los pescadores se dedicarán a otra cosa para poder subsistir. Si se quisiera describir gráficamente este proceso, sería útil la visualización de los modelos presa-predador, en los que la capacidad de reproducción del predador está basada en la disponibilidad de la presa, y sus abundancias a lo largo del tiempo siguen un patrón de dos curvas sinusoidales desfasadas por sus diferentes velocidades de producción de nuevos individuos. Desaparece la pesca, desaparece el pescador. Sencillo.

Otra conclusión importante –de un servidor, que no del foro- es la de que no hay tiempo suficiente para estudiar los fenómenos a fondo y con mucho detalle, pues para cuando llegan a arrojar información que pueda ser aplicada en la realidad, ésta ya ha cambiado. Los biólogos pesqueros van en camino a ser economistas y éstos a su vez, de convertirse en biólogos pesqueros. En lo que esto sucede –y me imagino con un camino tapizado de publicaciones- el sujeto de estudio sigue su camino declinante y desaparece rápidamente del escenario natural.

Y al final escribo algo que dijo el Dr. Francisco Javier de la Cruz González, Director General de Investigación Pesquera en el Pacífico Sur, en la primera conferencia magistral: el manejo de las pesquerías es más bien el manejo de la gente. Esta es una declaración de verdad máxima que tiene que ver con el cuidado de los recursos naturales –no solo pesqueros- en su totalidad. Mientras la gente que explota o contamina los recursos no sea organizada, educada, regularizada y alineada en la frecuencia única de la explotación racional de los recursos naturales, poco o muy poco valor tendrán estas reuniones en la vida real, como no sea para corroborar como las curvas de todas las pesquerías se siguen inclinando hacia abajo mientras que la de la población humana sigue trepando sin freno alguno.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Defiendo sirenas.


Un ejercicio onomatopéyico.

Comienzo con una excusa para justificar haber tardado tanto en publicar esta participación, puesto que el tiempo para la opinión sobre la ahora bien nombrada “Feliciana” ha pasado. Pero considerando el final, lo que no quisiéramos volver a sufrir como alcalde y teniendo en puerta elecciones, me atrevo a reciclarlo y presentarlo ante ustedes. Por cierto Félix, nos quedaste a deber el parque de Los Lavaderos del barrio de Manzanillo. Que esto te sirva de recordatorio y muestra de repudio por parte de un ciudadano que tuvo que confiar en tí.

Y yendo entonces al tema..¿por qué, me pregunto yo, por qué todo mundo ha externado tan mala opinión sobre la sirena de la costera, esa sirena “costeña”, la gorda que pusieron en medio de la muy irónicamente nombrada “Vía Rápida”? ¿Será un ataque mal intencionado al gusto cosmopolita y delicado de nuestro cada vez más errático alcalde calentano? ¿Será que la gente de Acapulco no tiene un sentido cultural lo suficientemente desarrollado para poder calificar si en su avenida principal decide dar la bienvenida –o deplorar- a esta muestra de arte que pretende dar realce (?) a la ciudad.

Visto que ya hasta varios ciudadanos que nunca escriben lo han hecho –y bastante bien por cierto- en contra de la gordis, decidí ponerme del lado de la sirena para defenderla, en lo defendible que pueda tener, y subrayar tal defensa con expresiones entre paréntesis, para que si no es bien recibido el artículo, por lo menos sirva para que los niños del puerto practiquen sus ejercicios de vocalización como en aquellos viejos cuadernos onomatopéyicos en los que varios de la generación que ahora escribe en prensa aprendimos las vocales, las sílabas y varias combinaciones entre ellas. Es indispensable, al vocalizar, que la “a” se pronuncie dejando caer largamente la mandíbula, la “e” estirando bien el cuello, la “i” juntado los dientes, la “o” haciendo un círculo perfecto con la boca y la “u” estirando bien la trompita. Comencemos.

¿Por qué –retomo- por qué no la quieren? Es, como califica el alcalde a los que lo tildan de foráneo y por lo tanto de no querer al puerto, un acto de intolerancia –uuuuhhh- en contra de su artista consentido –ppprrrtt- por parte de los acapulqueños que se atreven a expresar su opinión, demostrando así su intolerancia.
¿Quizá es que, en uno de los arrebatos que constituyen su forma normal de proceder, decidió hacer una campaña –ajaaaa- en contra de la obesidad, y para tropicalizarla –oooohh- en lugar de poner una gorda común y corriente, la convirtió en sirena y aparte costeña –como si pudiera haber de otras- para que nuestra gente se identifique con la imagen? Así, cada mujer que pase por ahí la verá sin duda y será un recordatorio fugaz de cuál es su futuro si le sigue entrando con fe a las cocas, a las picadas, a las quesadillas y a los tacos fritos en manteca de cuche. Con esta inteligente estrategia-mmjjmm-, nuestro alcalde, siempre preocupado por los acapulqueños –prrrrttt- ataca de raíz el problema de los obesos -ooooohhh-, que sabemos es uno de los promotores de la diabetes, una de las primeras causas de muerte en nuestro país. Nadie se lo entendió así-¿eeehhh?

Pero creo que el punto central del asunto no es ni siquiera la, a estas alturas, muy abollada sirena. Al fin y al cabo, cada quien hace lo que quiere y le llama como quiere. Además, ¿qué tiene de malo? Tá gordita, sí, tiene cara inexpresiva, así como la de la bruja del mar que salía con Popeye –jaaaaa- pero fea así fea que digamos, no está. La belleza es un asunto que tiene que ver con cultura –prrrtttt-, gustos personales –jeeeee- patrones sicológicos –jiiiii- preferencias sexuales –¿queeee?- y fines reproductivos –juuuu-.

El punto de quiebre, es, sin lugar a duda, la base en la que está montado nuestro querido mamífero acuático. No estoy enterado de cuál fue la fuente de inspiración del autor, ni siquiera si alguien que con ánimo de boicotearlo se dedicó a hacerle la maldad diseñándole la –guaaaaccc- base, cruza barragana de barda de lote baldío, camellón y pastel de quinceañera hija de nuevos ricos, que, dicho de manera discreta, es una interpretación muy personal de la belleza.

Con respecto a este último adorno –la base- que resalta aún más la imagen de la sirena -iiiihhh-, he tratado de imaginar cuál fue la chispa de inspiración que le hizo ver la luz. Fue quizá una pila de lodo y piedras –fuooossshh- que arrastraron las lluvias torrenciales más recientes. O quizá fue la contemplación intensa de la parte trasera de una vaca – floooc- en el muy natural acto de defecar. Probablemente, a la manera en que el genial Isaac Newton al ver caer una manzana de un árbol le llevó a toda una serie de razonamientos que le llevaron a dilucidar la Ley de Gravitación Universal, el artista que ideó la base le tocó atestiguar la caída de una bella y cachetona guanábana –ploooc- desde varios pisos de altura. Uno más político le podría apuntar el momento de inspiración en las últimas elecciones internas del PRD, en las que las pilas de estiércol –guaaac- se apilaron hasta el cielo, justo de la manera en que la base de nuestro querido monumento lo hace en mitad de la Costera. O quizá todo este asunto es uno más de los trucos baratos de nuestro calentano de cabecera para distraer la atención del ciudadano lejos del pobre estado en que queda nuestra ciudad –uuuuhhh- ya estando próxima su partida.
Pero ya pues, suelten a la pobre sirena. ¿Que tienen en contra de los gorditos, sean acuáticos o terrestres, de bronce o de carne y hueso? También tienen derecho-uuuuh- dirían los que siempre pelean por la diversidad –mmmjmmm- siendo al mismo tiempo intolerantes, y se pueden poner ellos y los que quieran en donde quieran, sea plaza pública, accesos a la playa, playas, mitad de la Costera. El caos total para heredar a los que vienen. Los que llegaron para lucrar, diciendo que llegaron para ayudar-prrrttt-y porque quieren a nuestra ciudad, están haciendo sus maletas porque ya se van.

¡Acapulqueños, dejen a la sirena Feliciana ahí! Es un recordatorio, una advertencia de que hace años Acapulco –uuuuhhhh- era como la sirena que está en Sinfonía del Mar, esa que baila con el delfín al son de narco-corridos y chasquidos de botellazos en las tibias noches del puerto, esa que se ve esbelta, atractiva, seductora y a la cual todo mundo quería tener. Hoy, después de años de tolerar a los intolerantes y revoltosos, tenemos en este monumento lo que nos queda del Acapulco de antes: una sirena fofa, sin ánimo ni para expresar emociones, caderona y deforme, víctima de sus propios vicios y excesos al grado de ya no poder siquiera levantarse para seguir luchando, montada en una gran pila de majada salpicada de estrellitas de plástico en substitución de las naturales, pregonando ahí en medio de la Costera, qué es lo que queda de Acapulco después de la última administración municipal.
¡Salud, gorda, que nos recuerdas lo que ahora somos!

sábado, 5 de abril de 2008

¡No llame al 066!


Crónica de un asalto no publicado

¿Para qué? ¿Tiene algún caso? Será Ud atendido amablemente por una señorita que no conoce la ciudad de Acapulco y que por lo tanto no le podrá enviar auxilio en caso de que lo necesite. ¿No me cree? Lea a continuación. Después de haber sido interrumpido un pacìfico recorrido por la Av. Costera Miguel Alemán por un drogado asaltante que cuchillo de cocina en mano y con la amenaza de sacar una pistola atracó a los pasajeros de un camión amarillo de la ruta Caleta-La Base poco antes de las nueve de la mañana del jueves 03 de abril pasado, varios pasajeros bajamos del camion para pedir apoyo policíaco. Fué en el parquecito que esta justo en el cruce de la Costera con el inicio de la Vía Rápida. Casi de inmediato vimos una patrulla de tránsito y le dijimos lo que pasaba y que hiciera algo. Después de dar un solo aullido con su sirena –sí, uno solo- dió la vuelta bruscamente y desapareció del escenario sin dar resultados.

- De seguro solo fueron por su “moche”- comentaron algunos pasajeros mal pensados. Yo los ignoré y seguí confiando en nuestra policía. Noté que un sujeto de camiseta y gorra azul sentado de manera sospechosa en una de las bancas del parque nos miraba y mandaba mensajes rápidamente con su celular. Me acerqué a él y se interrumpió, sin dejar mirar a uno y otro pasajero. Al retirarme volvió a su mensajeo espasmódico y muuuy sospechoso. “Este es el complice., me dije, y está dirigiendo al otro para que no se tope con nosotros”. Y en ese momento cometí mi primer acto inocente del día –el segundo en verdad, pues ya había entregado mi reloj- y marque al 066. Después de haber dado mi ubicación y de haber descrito al que me parecía el complice, me alejé de la escena para esperar a los cuicos. Diez minutos después…nada. Vuelvo a marcar –menos mal que no cuesta- y la señorita me asegura que están en camino. Aguardo…..diez minutos, ya van veinte….nada. Vuelvo a llamar y le digo que qué pasa, que por qué no llegan. Y me contesta para entretenerme:“ ¿y en donde me dijo que se encuentra?

Decido reintegrarme a mis actividades vista la total falta de voluntad de la policía por aprehender a un ratero a pesar de estárselos señalando con el dedo. Tomo un taxi, ya cuidándome por la experiendia reciente, y le pido que me lleve a una dirección. Ya a bordo comienzo a hervir de indignación y le digo al taxista que mejor me lleve directo al ayuntamiento. ¡El alcalde tiene que saber lo inútil que es su policia! De seguro no lo sabe, o….¿será parte del sistema? Decido premiarlo con el beneficio de la duda y me dirijo a la oficina del Síndico Ernesto Mastache para exponerle mi problema. Eran las 9:nn de la mañana. Todavía temblando de encabronado solicito una hoja de papel y una pluma y a mano libre redacto un escrito manifestándo de lo que había pasado y solicitándole que llamara la atención a su 066 que de nada sirve, al menos la parte que corresponde a la policía.

- Oiga, y por qué no le manda una copia al Secretario de Protección y Vialidad. Esto le corresponde a él – me señala solícito uno de los asistentes del Síndico. Yo aquí le saco la copia. Y a continuación me da una copia de esas manchaditas que sacan en el Ayuntamiento y con ella me dirijo a ver al Lic. Sevilla.

Una vez ahí, el que la recibe me recrimina en tono acre:
- Oiga señor… ¿y por qué no la trajo hecha a máquina? ¡Así se ve muy fea!
Después de voltear a ver la cara de bovina expresión de este burócrata de tercera, le recomiendo que lea el contenido de lo que le estoy entregando para que supiera de lo que se trataba. Me retiro del escritorio con una idea muy clara de que en estas oficinas prevalece la forma sobre el fondo, con una desconexión total de lo que se trata en los escritos ciudadanos.

¿El fin de la historia? No más por no dejarlo, llame al 066 a las 14:37 para conocer los resultados de las pesquisas de nuestros “detectives” de azul, quizá con su primaria terminada. La señorita me contesta muy amable que como no había nadie para recibir a los policías en el punto del asalto, pues ellos se fueron a continuar su….¿rondín?

- Señorita – le respondí lo mas amable que pude- estuve MEDIA HORA esperando que se aparecieran los elementos, y con el sospechoso a la vista para podérselos señalar y ellos nunca llegaron.

- Pues ahí llegaron y no vieron a nadie y por eso se fueron –me contesto ella ya alteradita, defendiendo su quincena inútilmente ganada.

Sí, claro, de seguro yo tuve la culpa. La próxima vez que me asalten tendré cuidado de pedirle al mañoso que me rellene un formulario y me de una copia de su credencial de elector y comprobante de domicilio para entregárselo a los cuicos cuando se les ocurra aparecerse.

A continuación me pone en contacto con un radio operador que me explica que ellos hacen lo que pueden, que tienen mucha chamba, que de aquí que les avisan del 066 a ellos pasa un buen rato, que tenían otra chamba que atender antes que la denuncia que yo hice ( que curioso, siempre me dicen lo mismo…¿seré un ciudadano de segunda, que siempre atienden después de que ya atendieron a “otros” que estaban antes?) Y este buen hombre, condoliéndose de mi indignación ciudadana, me apapacha diciéndome:
- En verdad jefe, yo entiendo su enojo. A mi no me gustaría que cuando yo anduviera de civil no me ayudara nadie si me pasa algo.
- Pues mi querido oficial –le dije aceptando el apapacho- si le llega a pasar que lo asalten en las calles de Acapulco, no llame al 066. De seguro no le van a ayudar.

Al día siguiente este asalto no fué publicado por ningún diario de Acapulco. Esto confirma que de por cada caso que se sabe quedan un montón sin darse a conocer. ¿Cinco, diez, veinte, cero sesenta y seis? Vaya Ud a saber. Pero bueno, me tengo que ir, ya son las….chin. Mi reloj ya debe estar en algún empeño financiando una nueva dosis de droga para mi asaltante, o en la muñeca de un cuico coludido. Provechito.

Asesoria legal: Colegio de Abogados